El libro de los saberes
Es sorprendente y misterioso el tejido de los saberes de cada lugar, de cada rincón. Los saberes no son cosas, son tramados muy complejos de relaciones, muchas de ellas ancestrales, que se entreveran con la comunidad, el colectivo, la región, la circunstancia, la experiencia de donde surgen y donde se les celebra como parte de un todo que pulsa porque está vivo. A ese todo los pueblos indígenas del mundo le llaman territorio: ahí es donde los saberes encarnan, crecen y se reproducen mediante la crianza mutua, porque son pertinentes al entorno social, natural y sagrado que los creó y sigue creando. No hay nada más subversivo que la idea de comunidad, la certeza de que el saber se construye en colectivo. La creatividad más creativa, valga la redundante redundancia, es impulsar la creatividad de los demás. Crear sentido es impulsar la transformación la metamorfosis del mundo. Hoy el poder mundial tiene declarada una guerra total contra todo lo que sea comunitario. Los saberes y estrategias que construimos colectivamente son la base de nuestras posibilidades de resistencia y utopía. Si los reivindicamos con fuerza comunitaria, será más probable defender la vida con toda su esperanza.
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